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ORIGEN Y DESCRIPCIÓN DE LAS GALIAS

Expansión de los celtas

Los galos pertenecían al gran grupo de pueblos que denominamos celtas, un conjunto muy dispar de tribus que ocuparon un enorme territorio en el centro de Europa durante la Edad de Hierro.

Se trataba de poblaciones inicialmente seminómadas (que más tarde se hicieron semisedentarias), cuyo modo de vida variaba en función de la riqueza natural del territorio bajo su control; pero que tenían en común las mismas creencias religiosas y una pasión exacerbada por la guerra, además de contar con una notable tecnología metalúrgica. Eran de origen indo-europeo que emigraron sobre el 1.300 hacia el este junto con los pueblos germánicos, itálicos y helenos ocuparon una zona entre el Rin, el Elba y el Danubio.

En el siglo IX AC, se produce una emigración de celtas sobre carros pertenecientes a la cultura de Hallstatt que pasaron por Francia y llegaron a la península Ibérica, asentándose en Cataluña y el valle del Ebro, aunque también por la meseta y el noroeste peninsular.

En el siglo VII y VI se produce otra emigración de celtas pertenecientes a la cultura de Tène en que siguen con sus carros de guerra y aparecen los primeros jinetes. El siglo III AC fue su momento de máximo esplendor. Llegaron a ocupar un vasto territorio que limitaba con el mar Negro, los Balcanes, los Alpes y el Atlántico, y que incluía el norte de Italia, las islas británicas y los ríos atlánticos de la península Ibérica salvo el río Guadalquivir. Uno de estos pueblos celtas, el de los gálatas, llegó a adueñarse del centro de Anatolia.

División de la Galia

En tiempo de César las Galias se dividían entre las que estaban y no estaban bajo el control de Roma.

La Galia Romana se dividía en 2 partes:

  • Galia Cisalpina (al sur de los Alpes).
  • Galia Narbonense que comprendía una franja de terreno entre los Pirineos y los Alpes, era una provincia de gran importancia pues comunicaba Roma con Hispania.

La Galia no Romana se dividía en tres partes:

  • La Galia Aquitana comprendida entre los Pirineos y el río Garona. Sus pueblos no eran de origen celta y hablaban un idioma distinto y tienen más parecido con sus vecinos iberos que con los galos. Entre estos pueblos se encuentran los sociates, tarbelos, garunos, ptianos, elusates, gates, etc.
  • La Galia Céltica o Melenuda. Sus pueblos eran de origen celta, era la más grande y los pueblos más importantes eran los héduos, senones, boyos, mandubios, parisios, lexovios, lemovices, arvernos, buturiges, aulercos, secuanos, carnutes, leucos, tréveros, helvecios, etc. Los boyos y senones habían cruzado los Alpes y atacado a roma con anterioridad.
  • La Galia Bélgica. Sus habitantes no eran de origen celta, sino germano, los pueblos más relevantes eran los suesiones, nervios, eburones, atrebates, ambianos, atuáticos, mórinos y menapios, estos últimos situados en la costa.

 

División de las Galias en tiempos de César según su descripción.

 

La sociedad gala

La entidad étnica fundamental entre los galos era la tribu, un conjunto de familias unidas por un origen común. Incluía a miles o incluso decenas de miles de individuos que ocupaban un pagus, un espacio delimitado casi siempre por accidentes naturales (cursos de agua, macizos montañosos, bosques) cuyo tamaño equivaldría al de una comarca actual.

Las tribus se agrupaban generalmente en pueblos o civitas, que podían aglutinar entre 200.000 a 600.000 personas y de las que conocemos la existencia de medio centenar; entre las más importantes se contaban las de los héduos, arvernos, secuanos y senones. A lo largo de la historia, las continuas guerras entre tribus llevaron a estas a confederarse o a establecer relaciones clientelares entre sí; confederaciones y relaciones que se vieron modificadas continuamente.

La sociedad se dividía los reyes, druidas, guerreros, pueblo llano, y en la parte inferior siervos y esclavos.

A cargo de los druidas corrían la religión, la justicia y la educación, mientras los guerreros constituían el grupo que tenía el privilegio de hacer la guerra; este privilegio, hereditario, estaba condicionado por la necesidad que tenía el guerrero de adquirir su propio y costoso equipo militar.

Sociedad gala. Jerarquía de la población, a la cabeza el rey la reina, posteriormente los vergobretos o magistrados anuales, después los druidas y los guerreros, detrás los artesanos y comerciantes, detrás los paisanos que eran agricultores y ganaderos y por último los siervos y esclavos.

 

Por debajo figuraba el pueblo llano, también compuesto por hombres libres: en la parte superior estaban artesanos y comerciantes y en la parte inferior los campesinos y pastores. En el último escalón de la sociedad se encontraban los siervos y esclavos, muy numerosos, cuya condición se debía normalmente al hecho de haber sido capturados en el curso de las frecuentes guerras.

El rey

La figura del rey tenía entre los celtas un sentido religioso muy fuerte. A él se debía la felicidad del pueblo y su riqueza agrícola. En ocasiones, los reyes llevaban el nombre de algún dios: Nuada Necht, Nuada Fin Fail, etc. El rey no podía ser imperfecto de cuerpo, ni tampoco de espíritu. Si era injusto, no crecerían en su reino hierbas y frutos.

Su vida estaba rodeada de extraños tabúes y siempre circulaban numerosas leyendas acerca de su elección. Era simbolizado por el toro. La entronización era la banaisrigi (boda del rey); la esposa era la tierra de los antepasados. Bajo su mando, muchas naciones celtas se unieron, y consiguieron múltiples victorias frente a los romanos, saquearon los campos de trigo y cereales para impedir el abastecimiento a los romanos.

En la época de César, la realeza había sido casi abolida y en su lugar se nombraban magistrados anuales o vergobretos. Cada año, representantes de los diferentes estados se reunían en asamblea, y las cuestiones de política nacional se discutían. Debido a las naturalezas violenta y excitable de los galos, estas asambleas a menudo acababan en escenas tumultuosas de desorden.

Los druidas

La formación jerárquica dentro del mismo grupo es unipersonal, ya que solamente uno de todos los» sacerdotes druidas» ejerce la suprema autoridad. No obstante, el cargo no es perpetuo y es en ocasiones se otorga por votación o la lucha armada. La mayoría de ellos se capacitaban y recibían sus tradiciones en la isla de Britania (al norte de Galia); la transmisión de ese saber no es escrito sino oral, por lo que no existe mayor evidencia que ciertas crónicas de viajeros o militares; como la de Julio César que en este punto nos explica «los druidas suelen estar ausentes de la guerra y no pagan tributo alguno a los demás. Estaban exentos del servicio militar y tienen inmunidad en todo. Tentados por semejantes privilegios, muchos van a aprender su doctrina por propia iniciativa o son enviados por sus padres y parientes. Dicen que allí aprenden de memoria gran número de versos. Y así algunos permanecen veinte años aprendiendo. No consideran lícito poner por escrito su enseñanza, mientras que, en todas las demás cosas, negocios públicos o privados, usan las letras griegas «.

Según la doctrina druida, las almas no mueren, sino que pasan de un cuerpo a otro en forma de reencarnación. Esta costumbre vitalizaba y renovaba la valentía de los galos en frente al combate y exacerba su valentía. Los druidas tenían un detallado conocimiento sobre los astros y otros menesteres; y consideran que la escritura no permitía mantener viva la memoria.

Se requería años de estudio intenso para poder formar parte de ella. Ellos se encargaban de la educación de los jóvenes y todos les tenían un profundo respeto. Se les consideraba los más justos entre los hombres y por ello se les confiaba los juicios.

«Si se ha llevado a cabo un asesinato, si hay alguna controversia por una herencia, por los límites de un terreno, de igual modo son ellos quienes deciden y resuelven los premios y los castigos. Si algún individuo o pueblo no cumple con lo decidido por ellos, prohíben los sacrificios. Este es el castigo más duro entre los galos. Y quienes sufren esta prohibición son tenidos por impíos y criminales, todos se apartan de ellos, rehúyen su conversación para no recibir en el contacto parte de la calamidad» (César, VI, 13).

Se dedicaban a los oficios divinos, hacían sacrificios y practicaban las ciencias de la naturaleza, se consagraban a la parte moral de la filosofía. Los druidas estaban exentos de las guerras y podían detener un combate pasando la línea de batalla si lo deseaban. Eran venerados por todos los galos y también era el vínculo que mantenía unidos a los galos; la religión.

El máximo dogma de los druidas era la inmortalidad del alma. Afirmaban que las almas y el universo son indestructibles, pero que un día el fuego y las aguas prevalecerán sobre ellos. Tenían como árbol sagrado el roble, y en él buscaban el muérdago sagrado. Elegían bosques de robles para llevar a cabo sus ritos sagrados. Consideraban sagrado todo lo que crecía en el roble y creían que era signo de que el árbol ha sido elegido por la propia divinidad.

Rara vez se encontraba el muérdago, pero cuando así era, se recogía con una gran solemnidad, especialmente el sexto día de la luna (que para ellos constituía el inicio de los meses y el año) y después del trigésimo año del siglo; pues es entonces cuando crece en todo su esplendor. Para esta ocasión organizan un banquete bajo el árbol y traen dos toros blancos cuyos cuernos han sido atados por primera vez para esta ocasión. Un sacerdote vestido con ropas blancas sube al árbol y corta el muérdago con una hoz de oro, recogiéndolo en su sayo blanco. A continuación inmolan a las víctimas.

Druidas de la Galia. A la izquierda celebrando un sacrificio, a la derecha recolectando el muérdago con un hoz de oro.

Creían que el muérdago mezclado con una bebida da la fertilidad a cualquier animal estéril y que es un antídoto para los venenos. Los druidas tenían un druida supremo, un archidruida a quien todos los demás obedecían. En la Galia, los druidas, solían reunirse anualmente en cierto lugar sagrado del país de los carnutes, bien pudiera ser un bosque sagrado en el emplazamiento donde hoy se encuentra la catedral de Chartres. Se cree que donde hoy está el altar era donde antiguamente los druidas hacían sus ofrendas y sacrificios, es decir, el santuario druídico por antonomasia en la Galia. Muchos también eran versados en la lengua y escrituras griega y latina. Muchos de ellos fueron preceptores de romanos.

Los druidas fueron perdiendo importancia con el tiempo. En el 300 AC realizaron su primera aparición, hacia el 200 AC consiguieron su máxima extensión, y a la llegada de Julio César eran combatidos por los nuevos políticos y habían perdido su importancia.

Los guerreros

En tanto que celtas, los galos se definían a sí mismos como guerreros, y fue sobre todo en la guerra y por la guerra como fueron conocidos por el resto de los pueblos clásicos.

Tras los reyes galos destacaban en cada tribu los jefes, que tenían gran autoridad sobre los demás y estaban encargados de velar por su seguridad. A ellos estabas unidos todo su clan (palabra gaélica que significa familia). Una de las características de los jefes era la responsabilidad suprema, puesto que, en caso de fallar o de ser vencido en batalla debía de pagarlo con su entrega o con su vida. Muchas veces después de la derrota, los jefes celtas admitiendo su responsabilidad se suicidaron (como la reina Boudica) o se entregaron al vencedor (caso de Vercingétorix).

La importancia de los guerreros galos dependía de la cantidad de sirvientes conseguidos para batalla, al linaje al cual pertenecía el individuo, y a su propia fortuna. No tenían ni la organización ni la destreza táctica de sus oponentes «civilizados», pero lo compensaban con su experiencia como mercenarios y con la metalurgia y su manera de desenvolverse en combate no tenía nada que envidiar a griegos o romanos. Según Estrabón «los galos estaban locamente enamorados de la guerra «. Eran muy beligerantes. Tenían la costumbre de cortar la cabeza a los enemigos abatidos y las llevaban colgadas de sus caballos o carros. Al secarse, las colgaban en su casa, en el panteón familiar.

Sus insaciables ansias de combatir, unidas a su reputación de pueblo sangriento, eran suficientes para llenar de miedo el corazón de sus oponentes.

Pueblo llano

Estaba formado por los artesanos y comerciantes y por debajo los paisanos. Los artesanos galos eran muy hábiles en toda clase de elaboración de los metales, verdaderos maestros del cuidadoso trabajando con el oro. Forjaban armas de excepcional calidad, entre las cuales destacamos las largas espadas celtas, los escudos, la cota de mallas, los yelmos…eran excelentes forjadores. Hacia el norte, y en la costa Atlántica construían naves que servían para enfrentarse con las grandes olas del océano.

Los paisanos se dedicaban a la agricultura o a la ganadería. La propia agricultura gala estaba más avanzada que la romana, y aquí debemos de señalar que contrariamente a lo que se cree, que los galos fueron copiados en armamento por los romanos y no a la inversa.

Los siervos y esclavos

Además de las familias o clanes, las tribus más importantes contaban con un grupo de esclavos o gente de la considerada» sin posición», por haber cometido un delito que conllevaba la pérdida de sus derechos. Se les permitía seguir viviendo allí, aunque en una cabaña peor y siempre en condición de siervo. El castigo que se les imponía no les prohibía, sin embargo, formar su propia familia.

Entre los irlandeses, galos y galeses, muchos de los esclavos eran adoptados por las familias. Esto se traducía a la postre en una adquisición por parte del esclavo de los mismos derechos que tenían los adoptantes, lo cual era la razón de que su fidelidad a la tribu superase en ocasiones a la de los propios celtas.

Las costumbres

El tiempo para los galos, no se mide en días como en los pueblos latinos, sino en noches, y los cumpleaños se celebran tomando en cuenta que el día debe seguir a la noche. En cuanto a los matrimonios, los varones aportan una parte de su patrimonio como dote, mientras las mujeres ponen la otra parte. Esta costumbre, variaba de tribu en tribu.

Seguramente, los sacrificios humanos eran permitidos por los celtas, y esto habría causado mucha impresión por parte de los conquistadores romanos. En ocasiones, aquellos que eran apresados por robo o bandidaje eran sacrificados o quemados vivos como suplicio a los dioses, pero como bien observa César «hay escasez de esta clase de gente, incluso los inocentes llegan a los suplicios» (César).

Los rumores y chismes debían ser tratados exclusivamente en las asambleas públicas, y cuando un sujeto se enteraba de un rumor; tenía la obligación de no divulgarlo, y ponerlo en conocimiento de los jefes de la asamblea, que harán mención a la noticia en concordancia con el bien de la comunidad. Asimismo, si la noticia es perjudicial o genera pánico, la asamblea está constituida de tal forma que puede ocultar información o manipularla según sea la ocasión». Las tribus que son consideradas más eficientes en administrar los asuntos públicos tienen decretado por ley que, si alguien se entera de algo acerca de una cuestión pública, por los vecinos, gracias a un rumor o un comentario, debe llevar la noticia al magistrado y no compartirla con ningún otro, porque a menudo se vio que hombres temerarios y sin experiencia son aterrorizados por falsos rumores y llevados al crimen y a tomar decisiones sobre cuestiones cruciales. Los magistrados ocultan lo que saben; lo que juzgan que es de provecho, lo comunican a la multitud. No está permitido hablar de cuestiones públicas sino en la asamblea».

La lengua

Los galos hablaban diferentes dialectos de una lengua celta perteneciente a la familia indo-europea, que en la actualidad está extinguida. En la zona de Aquitania hablaban probablemente lenguas vascas. Esta zona era bastante más amplia de lo que es en la actualidad. Ninguna de las lenguas que en estos tiempos se ha dado en llamar lengua celta proviene de aquel lenguaje hablado por los galos o los celtas. La lengua que se habla en Bretaña es una herencia de las gentes que llegaron de Gran Bretaña durante los primeros siglos de la era cristiana.

Se conoce poca escritura de los galos y se cree que esto se debe a los tabúes religiosos que tenían respecto la escritura. Después de su contacto con griegos y romanos utilizaron el alfabeto de unos y de otros.

El aspecto físico

Los galos se describen como altos y de gran fuerza física, con una piel clara y cabello rubio, que a menudo se teñían por medios artificiales agrupación. Hombres de rango y las autoridades llevaban pelo y barbas largas. Las tribus más bárbaras dieron a sí mismos un aspecto terrible pintando sus cuerpos semidesnudos con dibujos horribles.

Una familia gala. Se puede apreciar la forma de vestir.

 

Las mujeres galas son descritas por los escritores antiguos como las más bellas de todas las mujeres bárbaras y como amas de casa ahorrativas. Añade que, ayudados por sus esposas, que eran mucho más formidable que ellos, los galos podían llevar a cabo cualquier conflicto. Los invasores romanos fueron a menudo testigos del heroísmo de estas verdaderas amazonas.

Mujeres galas: a la izquierda fabricando el pan, a la derecha con su marido. Autor Peter Connolly.

Los primeros griegos y los romanos que tomaron contacto con los celtas y galos no tuvieron muy buena impresión acerca de las costumbres imperantes en el seno de estas tribus. Las tacharon de indignantes, propias de una colmena en la que «domina la promiscuidad más absoluta, no se respetan los modales y la moral, y los hombres, todos ellos gigantescos y de una piel blanquísima, aunque estén sucios, te observan con unos ojos llenos de crueldad. Como la mayoría llevan barbas y largos bigotes, al comer les queda en ellos restos de alimentos, que al levantarse de la mesa recogen con su lengua igual que si el pelo les sirviera de colador «.

El carácter

Sus voces eran ásperas y duras, sus palabras pocas, y su lenguaje oscuro y figurativo. Despreciar a otros y se jactaban de sí mismos, eran arrogantes, orgullosos de la ociosidad. Eran muy peleones y siempre estaban listo para luchar, para aliviar la monotonía de su existencia, sin otra razón más. Eran, sin embargo, de elevado espíritu y valientes para despreciar la muerte.

Los galos carecían de estabilidad de carácter, y fueron a menudo criticados por César por su inconstancia; eran también muy avariciosos y dados a las supersticiones. Por otra parte, no eran viciosos y llevaban una vida sencilla. Eran muy rápidos en aprender y adoptar cualquier arte de sus vecinos que les fueran útiles. Su amor por la libertad era apasionado; sus largos años de deambular no habían desarrollado en ellos el sentimiento de unidad nacional y del amor de la tierra que se incluye bajo el término patriotismo.

Comerciantes latinos en un poblado galo trasalpino. Autor Peter Coonlly

Una de las costumbres seguramente más conocida fue su inmoderada afición a la comida y la bebida. Un gobernante podía organizar banquetes que duraban varios días. Los platos que se servían eran innumerables: cerdo cocido, buey, vaca, venados, truchas u otro pescado fluvial, además de miel, queso, requesón, mantequilla, leche, hidromiel, vino y cerveza.

Lo usual era que todos los invitados se sentaran en círculo sobre pieles de animales extendidas en el suelo. El lugar de honor lo ocupaba el invitado más ilustre, a cuyo lado se colocaba el anfitrión; luego, junto a estos se iban acomodando todos los participantes, pero respetando las jerarquías, de tal manera que el más alejado de la cabecera fuese el de menor categoría. Utilizaban el puñal para cortar la carne, aunque lo más normal era comer con los dedos. Los servidores permanecían de pie e iban atendiendo las peticiones mientras los bardos «tañían las liras y entonaban canciones sobre tragedias amorosas y héroes muertos en terribles batallas «.

Diodoro dejó escrito lo siguiente: «Con frecuencia uno de los asistentes a estos banquetes tribales alzaba la mano cuando el bardo había concluido una canción. Entonces todos permanecían en silencio, porque sabían que iba a empezar el momento tan esperado de las disputas verbales. Casi siempre daban comienzo con la exageración de los méritos personales a costa de poner en duda los de algunos de los asistentes. Esto terminaba por provocar un enfrentamiento muy duro que, al llegar a las manos, imponía una especie de tregua. Los espectadores se olvidaban, por el momento, del banquete para prestar toda su atención a la pelea. Luego los rivales se enfrentaban en un duelo que podía suponer la muerte de uno de ellos, unido a las graves heridas que sufría el otro. Todo esto formaba parte de la fiesta. Por la noche, después de que los servidores se hubieran llevado el cadáver, los comensales se echaban a dormir sobre las pieles que les habían servido anteriormente de asientos…«

Peleas entre galos. Muchas veces durante la celebración de un banquete surgían peleas entre hombres que habían bebido en exceso, a veces terminaban con la muerte de uno de los participantes. Autor Peter Connolly.

Las ropas y joyas

Su ropa era multicolor, sus principales prendas eran una túnica corta de colores brillantes, con o sin mangas ceñida con un cinturón de metal ancho que cubría el vientre, que a veces era de oro o de plata; vestían pantalones (bracae) o tartán con los colores propios de su tribu. Sobre los hombros llevaban un manto corto (sagum) a menudo de material fino y con magníficos colores. Los pies estaban protegidos por los zapatos o por suelas de madera atadas a los pies con correas de cuero.

Llevaban muchas joyas, tanto hombres como mujeres, de oro si se lo podía permitir, en caso contrario de bronce. Especialmente característico era el pesado collar trenzado o torque (torquis), que se ponía alrededor del cuello, dependiendo de la riqueza de su material y de su elaboración, era un símbolo de rango y de grandeza. Además, en la batalla, le daban la vuelta y servía para evitar que le degollaran.

Las casas y las ciudades

La vida de las tribus menos civilizadas era extremadamente. Sus casas eran poco más que chozas de barro y madera, con techo de paja y ramas. La vivienda solo tenía una puerta, y dentro había pocos o ningún mueble. Sus camas eran montones de paja o de pieles. La guerra era su principal ocupación. Se daba un poco de atención a la agricultura, cultivando cereales, la mayor parte de las frutas y verduras eran desconocidas para ellos. Tenían rebaños de ovejas y vacas. Consumían grandes cantidades de carne, que cortaban con sus espadas y comían de una manera voraz.

Las poblaciones galas eran un conglomerado de cabañas en forma circular o rectangular, con techos de paja y ramas, la forma y el tamaño dependían de la región y solían estar rodeados por una empalizada.

Reconstrucción de un poblado galo, las casas son chozas de planta cuadrangular rodeadas por una empalizada.

 

Las ciudades se fortificaban para protegerse. Su ubicación solía elegirse por determinadas características donde premiaba la ventaja defensiva. Presencia de agua y un lugar elevado, eran los principales condicionantes. Más que una ciudad era como un fuerte, un lugar de refugio ante el peligro, amurallado. Los romanos le llamaban oppidum a este tipo de ciudades galas situadas arriba de una pequeña altiplanicie.

Sus ciudades más famosas eran Gergovia y por supuesto, Alesia. César describe sus murallas y las llama murus gallicus. Entre dos capas de piedra tallada, se colocan unos troncos entrelazados, y para llenar los huecos y hacerlas mucho más resistentes, lo llenan todo de piedras y tierra, formando una masa compacta y muy resistente a las minas y a las catapultas. Delante solían hacer un foso cuya tierra era empleada para hacer un terraplén en la parte posterior de la muralla.

Construcción de un oppidum o fortaleza gala. Observar que están construyendo un foso y una muralla o murus gallicus hecho con troncos entrecruzados.

 

Fuente: arrecaballo.es

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